Plantación género citrus

Plantación de limonero y mandarino desde semilla germinada.

En la anterior publicación os explicamos cómo germinar semillas de limonero y mandarino, en este nuevo tutorial os explicaremos los pasos a seguir que aunque son sencillos si no se llevan a cabo pondrán en peligro la salud de nuestras nuevas plantas.

Primero de todo comprobar el estado de germinación de las semillas. Como podéis observar, han pasado 10 días desde que pusimos a germinar nuestras semillas, y prácticamente el 90% han germinado ya (la radícula asoma o empieza a asomar por la semilla) En este momento, ya sabemos que las semillas que han germinado, son viables y no deberían tener ningún problema para desarrollarse adecuadamente una vez las hayamos plantado. Lo más recomendable para ellas sería plantarlas nada más ver la raíz asomar, pero que estén algunos días más desarrollando la raíz dentro  del “germinador” no supondrá demasiados problemas, pues tienen humedad suficiente para no secarse.
Antes de retirar las semillas del papel húmedo, conviene preparar los materiales para la plantación y que así la semilla esté el menor tiempo posible en contacto con el aire para evitar estrés innecesario a la planta.

Preparamos la tierra, en este caso sustrato universal normal y corriente el de toda la vida, lo introducimos en la maceta que vayamos a utilizar. Aquí recomiendo una maceta de poca capacidad (no más de 1,5 l)  pues al contener menos volumen de tierra el exceso de humedad se evapora antes, si bien tendremos que regar un poco más a menudo la planta lo agradecerá. Llenamos casi toda la maceta con sustrato exceptuando un par de centímetros, compactamos la tierra bien con los dedos hasta que deje de estar tan suelta y a continuación depositamos cuidadosamente las semillas encima del sustrato. 
Después añadimos una segunda capa de tierra hasta tapar las semillas para que no estén en contacto directo con el aire.
Una vez hecho esto viene la parte del riego, como todos sabéis cuando echamos agua en las macetas esta tiende a erosionar el sustrato y mover la tierra para todos lados, para evitar que esto ocurra y así no descubrir las semillas, pondremos un plato de maceta debajo de esta y lo llenaremos de agua, ésta irá ascendiendo por el sustrato de abajo hacia arriba mediante un concepto llamado capilaridad. Cuando la parte superior del sustrato de la maceta esté húmeda, será el momento de retirar el agua.
Estando ya plantadas las semillas, solo queda encontrarles una buena ubicación, al principio de su desarrollo las nuevas plantas pueden ser algo vulnerables a los rayos directos del sol pues estas en su medio natural se empiezan a desarrollar a la sombra de los árboles que las diseminaron. Buscaremos una ventana muy bien iluminada y que tenga poca o ninguna exposición directa a los rayos del sol. Pasados unos meses cuando la planta ya tenga un mejor desarrollo podremos proporcionarle más horas de luz progresivamente hasta que ya no tengamos que moverla más.

Ser pacientes pues una vez plantadas las semillas, éstas se dedicaran a profundizar en el sustrato para anclarse bien al suelo y buscar la mayor humedad posible (ellas no saben que somos nosotros quien las riegan y se protegen profundizando en el sustrato para tener mejor acceso a la humedad de la tierra) entre una y tres semanas los primeros brotes verdes deberían empezar a asomar por la tierra. Las plantas igual que las personas reaccionan de manera diferente individualmente y este tiempo puede variar, pero lo que es seguro es que mientras mantengamos el sustrato húmedo (pero no encharcado) y cuidemos de ellas, nos corresponderán creciendo vigorosamente.

Escrito por:
David García Iglesias.

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